Primero fue la luz del velador
luego,
la ropa abrazada durmiendose,
en lugares diferentes
Todo ese juego previo de seguir inventando
en la oscuridad.
Primero fue la luz del velador
luego,
la ropa abrazada durmiendose,
en lugares diferentes
Todo ese juego previo de seguir inventando
en la oscuridad.
Asoman las plantas,
en el jardín primitivo
La dirección del sol
encara buscando
alguna buena razón
para apagarse definitivamente
entre los brazos del frio
-Es el fin de la memoria –digo
mirando el umbral de las flores crecer
aquel lugar despejado
la luz, que revienta con su silenciosa armonía
los vidrios en el tapial que nos cuidan
Es temprano
y en cuestión de segundos
la naturaleza se inmola
en el medio del jardín
Los cristales del sol
entran por su ventana,
siesta que se quiebra en mil pedazos/
llenos de luz
Vuelven los rayos, otra vez
sobre el vidrio transparente de aquel colectivo que nos hace subir la cuesta/
Es el ronroneo del motor trepando por las arterias
de la gran ciudad subfluvial
Miras el libro, mientras lo hamacas entre tus piernas,
las letras y los colores te empañan
encajando con cada parte de ese lugar
El silencio
alargó el contorno de tu boca, desfigurándola;
la excusa perfecta,
el eco de todo lo que no decís
Hundida en las preguntas de las últimas páginas,
perdiste el sueño en algún lugar del mar/
La tarde interrumpe
las esquinas,
hablamos como si el orden
hubiera alterado alguna de nuestras estructuras.